sábado, 28 de noviembre de 2009

In The Shades. Eclipse 03.

— ¿Qué es lo que quieres?—preguntó a la obscuridad— ¡Contéstame!—exigió de nuevo.
—Oh, pero tú sabes lo que quiero—respondió una voz proveniente de ningún lugar en especifico.
— ¿Quién eres tú? — susurró de nuevo. El miedo invadiendo cada uno de sus sentidos.
—Oh, pero tú sabes quién soy yo…

Kazuma se despertó de golpe en su cama bañado en sudor, se tomo la cabeza con ambas manos aspirando profundo, en todos sus años, y valla que tenía muchos, jamás había tenido un sueño así, y ahora que lo pensaba, jamás había tenido un solo sueño…y ahora en medio de la maldita noche venia a tener una pesadilla, valla vampiro que era. Miró el reloj que se encontraba en su buró solo por hábito, las 4 de la mañana. Se levanto con pereza sin muchas ganas de volver a la cama, no era como si lo necesitara, comprobó su cara en el espejo, el mismo pelo despeinado de siempre, las mismas ojeras de siempre, todo en orden. Salió de su habitación, y se dirigió a la biblioteca frunciendo la nariz ante el olor de los dos licántropos en la propiedad.

—Es tarde para estar despierto, ¿No lo crees Kazuma? —interrogó una voz apenas el vampiro puso un pie en la habitación.
—Tan tarde que es temprano, Jacob—saludó observando al lobo que le miraba divertido detrás de uno de un libro—. ¿Qué haces aquí?
—Lo mismo que tu, debo suponer.
—Es probable, no quieres que culpen a Reinstein por lo que le sucedió al Gran Maestro— Jacob levanto la mirada a una velocidad nada humana sin ocultar su sorpresa—. ¿Sorprendido? No deberías, ambos sabemos que no fue él.
-— ¿Qué haces despierto? — cuestionó mirando a Kazuma ir y venir entre los estantes.
—Nunca duermo, realmente, solo, bueno, ni yo sé que es lo que hago—rió entre dientes—. Creí que habías ido a dormir hace mucho, ¿Qué haces despierto?
—Nunca fui a dormir, siempre estuve aquí.
—Típico de Jacob—ironizó el castaño.
—No creí que un vampiro y un licántropo pudieran llevarse bien.
—Te sorprenderías de las cosas que veras cuando tengas mi edad, amigo mío— Jacob iba a preguntar algo pero Kazuma lo silenció con la mano—. No sería de caballeros preguntar mi edad—terminó con una pequeña sonrisa.
—Eres un vanidoso.
—Solo cuando es necesario—dijo con una amplia sonrisa, aunque la alegría no le llego a los ojos.
— ¿Qué es lo que piensas? ¿Qué fue un vampiro? ¿Un licántropo? ¿O un cazador?
—Pienso…—se interrumpió pensando—… pienso tantas cosas que es confuso. Ninguna de las opciones es posible, y el que haya sido Alucard es aun menos probable, el sello no se ha debilitado, ni un poco la última vez que lo vi.
— ¿Cuándo fue eso?
—Antes de venir a Londres.
—Algo anda mal
—Estaba perfecto no hay error.
— No te ves muy seguro.
—Solo tengo demasiadas cosas en la cabeza—suspiró.
— ¿Qué haremos ahora?
—Nos sentamos y esperamos.
— ¿Solo eso? Debe haber algo más.
—No, hay nada más. No sabemos a qué nos enfrentamos y mientras no lo sepamos no podemos arriesgar más vidas…—se interrumpió de pronto algo turbado.
—Estabas a punto de decir inocentes pero ambos sabemos que no es cierto.
—Serán vidas inocentes si en realidad es Alucard.
— ¿A qué te refieres? ¿Lo conociste?
—Quizá en otra época, no lo sé, mis recuerdos empiezan a volverse difusos. Pero tengo la impresión de que si vuelve no le importara beber sangre de inocentes para recuperar su poder.
—Kazuma ¿tu…?

La mirada del vampiro se oculto tras sus desordenados cabellos. El lycan intentó darle una palmadita en el hombro a modo de animarlo, debía admitir que lo respetaba a pesar de todo e incluso aquella amistad rota aún estaba presente. A escasos centímetros del otro una exclamación triunfal escapó de los labios del castaño, sacando un libro de quien sabe que parte del estante.
—No tenía idea que aquí existían libros de cocina, no en este lugar—sonrió al escuchar un sonido sordo.
Jacob apenas se sujeto de la orilla de uno de los estantes, eso fue demasiado inesperado.
—¿Q-Qué?
—¿Ocurre algo, pulgoso?
—Nada, ratón de quinta —el albino se recriminó mentalmente, no debía preocuparse por ese narcisista.

Con pasos lentos se acercó hasta la puerta, posó con cuidado sus dedos blancos sobre el cerrojo mientras rogaba no fuera lo que pensaba. Abrió un poco, otros centímetros más hasta tener todo abierto, un jarrón hecho trizas a unos pasos, a su lado lo que en algún momento fue un espejo y así un camino que recorría cada rincón.
—Matare al que hizo esto.
Salió siguiendo el rastro, en su mente ya llevaba una considerable cantidad de dinero que haría que otros pagarán, por supuesto. La sonrisa llena de malicia en sus labios causo que el lobo lo siguiera a unos cinco metros de distancia, considerada prudente en ese momento.
Así se vieron en la cocina, donde un escándalo, ruidos de cosas quebrándose, y una canción infantil se hacía escuchar. Los labios de Kazuma ensancharon su sonrisa sádica. De un golpe las puertas fueron abiertas, una Marine con las mejillas rojas cantando quien sabe que tantas cosas y en bata de dormir sobre la mesa, Shirase y Kiyoshi junto con otras cinco sirvientas intentando calmarla por todos los medios y otros más miembros de la casa limpiando cuanto podían además de una Anika carcajeando fue lo que notó primero. Al verse descubiertos se petrificaron, al igual que Jacob al ver una cosa tan… extraña.
—Ka…Kazuma-sama… ¡podemos explicarlo! —soltó Kiyoshi al ver la mirada furiosa de su joven amo.
—Amo Kazuma, ya imaginara lo sucedido —la voz de Shirase provocó un suspiro de alivio a los presentes.
— ¿Cómo rayos llegó al alcohol? —Marine-san caminando dormida, o eso pensamos, llegó hasta la ama de llaves, tal vez uso su poder y, pues…
—Tomó más de lo debido —rió la lycan.
—Shi…Shirase —balbuceó el dueño de la casa mirando al mayor de todos ahí—. ¿Por…por donde paso….Ma…Marine antes de…tu sabes?
—El bar…
—Es recuperable—se apresuró Kiyoshi.
—…los sótanos…
—No hay daño muy grave.
—…la lavandería…
—Solo necesitamos trapeadores.
—…y…—el hombre se interrumpió.
—Shirase, ¿Dónde más? —pidió el castaño.
—…bueno, pues…el salón de… música…—terminó viendo a su amo ponerse más blanco a cada segundo que pasaba.
— ¿El…el…el piano? —soltó en un momento de lucidez.
—Cada pequeño pedazo de él se encuentra roto— suspiro Shirase.

Los presentes se detuvieron en silencio a examinar las reacciones de Kazuma, su cara paso de blanco tiza, a blanco cera, a blanco rosado, a rosa, a rojo, a rojo fuerte, a morado furia, Anika ya no reía, Jacob había empezado a alejarse lentamente de él, Kiyoshi tenía los ojos cerrados implorando algo, Shirase simplemente lo veía con una mezcla de sentimientos, y el único sonido era el proveniente de Marine que seguía cantando.

— ¡Ya cállate! —Gritó Kazuma en un arrebato de ira, y el silencio se hizo presente en la cocina—. Tú — señaló a Kiyoshi— limpias la lavandería. Tú—señalo a Shirase— te encargas del bar. Ustedes par de lobos al sótano…
—Pero ni siquiera vivimos aquí-protesto Anika.
—Aní…por favor, cállate—imploro Kiyoshi.
—Te callas y trabajas o sabrás lo que es desear jamás haber nacido—espetó Kazuma con los ojos relampagueándole entre el negro usual, dorado ámbar y rojo vino. Nadie se atrevió a protestar—. Y tú —señalo acusadoramente a, la ya nada ebria, Marine que parecía a punto de morir, que dulce solución hubiera sido esa— vienes conmigo—espeto tomándola de la mano y sacándola del lugar a jalones. Jacob podría jurar que escuchó a Marine pedir ayuda.

Cinco horas ¡Cinco horas! Había pasado todo ese tiempo desde que un furioso Kazuma y una semi-borracha Marine habían entrado a la sala de música, cinco horas en las que habían arreglado toda la mansión, 300 minutos en los que nadie se había atrevido a tocar la puerta, 18000 segundos de incertidumbre. El vampiro y los dos lobos esperaban afuera, hasta que la puerta se abrió y Kazuma salió bastante molesto acompañado de una ráfaga de aire helado.
—Shirase — llamó en voz alta, y el hombre apareció al instante—. Hoy regreso tarde—espetó tomando su abrigo y cerrando la puerta de golpe tras él.
—Marine-san —pidió el pelirrojo entrando a la sala— ¿Está bien?
— ¿Por qué la pregunta Kiyo-chan? — devolvió la chica limpiando lo que había sido un piano horas antes.
—Ah…por nada…—contestó con una risa nerviosa—. Solo me preguntaba…
— ¿Qué paso aquí?-termino Marine.
—Bueno, si.
—Pues…creo que debo dejar de beber-sonrió la vampira—. O beber menos, lo que pase primero—se rió tirando el cadáver del instrumento y sacando un libro de algún lugar.
—Digo… ¿Por qué Kazuma-sama se enoja tanto por un piano? Tenemos suficiente para comprar uno nuevo…
—No es por el piano Kiyo-chan—suspiro la chica.
— ¿Entonces?
—Tú no tienes ni la mas mínima idea de donde estas, ¿verdad?
—Pues…en Londres—titubeó el chico, provocando una gran risa de Marine—. ¿Qué?
—Me refería a justo en este lugar—le sonrió la chica.
—Supongo que Londres debe ser una respuesta válida—espetó Anika recargada en la puerta.
—Puede ser.
—Rompiste muchas cosas, sanguijuela—le sonrió Anika con malicia.
—No permito que tú me hables así—se defendió Marine—. Me retiro, Jacob, Kiyoshi, con su permiso—gruñó fríamente—. Kiyoshi esta era la casa de la familia de Kazuma—susurró al pasar junto al pelirrojo y desaparecer en el pasillo.
—Eso…
— ¿Kiyo…?—preguntó Jacob.
—Eso fue…un tanto…inesperado…creo.
—No, esa sanguijuela tiene dinero para rastrear cualquier cosa ¿Por qué no una casa?
—Anika cállate—espeto Jacob.
— ¿Qué? Es cierto.
—Como sea, es casi medio día, ¿Por qué no vamos a comer algo?—sugirió Kiyoshi ya conociendo las peleas entre ambos hermanos—. Por cierto, ¿Conocen a algún Armand o a una Genevive en esta ciudad?
—Debe haber muchos, ¿Por qué la pregunta Kiyo?
—Simple curiosidad Ani, solo curiosidad.
— ¿Quién quiere panecillos? —interrumpió Jacob, y los tres salieron de la habitación.

—Dos de la mañana, dos de la mañana y Kazuma-sama aun no regresa—se quejó Kiyoshi ante Shirase, en la cocina.
—Regresara tarde o temprano, joven Naragashi. Me atrevería a decir, que el joven amo, está entrando por la ventana de su habitación—sonrió como padre comprensivo antes de que Kiyoshi saliera corriendo de la cocina.
—Kazuma—exclamó entrando por la puerta, el aludido no se esperaba la interrupción y lo miro sorprendido con varios rasguños, por todas partes, y la camisa blanca llena de sangre—. ¿Qué…? —y se estaba poniendo blanco papel.
—Kiyo, actúas como si jamás hubieras visto una herida—ironizó el Kazuma, antes de cambiar la camisa por una color vino que parecía ser la pijama, mientras un pequeño rasguño en su nariz desaparecía poco a poco.
— Kazu tus heridas…
—No han curado todavía, no falta mucho solo necesito dormir, y no lo puedo hacer si sigues aquí, así que—tomo un poco de aire—. ¡Largo de mi habitación!-espetó empujando al chico y cerrando la puerta tras el—. ¿Qué ya no puedo tener privacidad en mi propio cuarto? —casi gritó.
—Escuche eso—espetó Kiyoshi a una puerta, sintiéndose bastante tonto.
—Ese era el punto—y se sintió más tonto cuando la puerta contesto.



— ¿Qué es lo que quieres?—preguntó a la obscuridad con una constante sensación de deja vu— ¡Contéstame!
—Oh, pero tú sabes lo que quiero—respondió una voz proveniente de ningún lugar en especifico.
— ¿Quién eres tú? — susurró de nuevo. El miedo invadiendo cada uno de sus sentidos.
—Oh, pero tú sabes quién soy yo…
—No sé quién eres—gritó con desesperación.

—Kazuma, Kazu, reacciona—pidió una voz conocida, antes de despertar sentado en su cama con Marine agarrándolo fuertemente de los hombros, y Kiyoshi, Shirase y el par de licántropos mirándolo con preocupación.
— ¿Qué…?
—Despertaste gritando como loco—interrumpió Marine—. ¿Qué fue lo que paso?
—Yo no…es decir…yo estaba…pero…—balbuceó sin poder poner las palabras o su mente en orden.
— ¿Kazuma? —Jacob le tendió la mano con preocupación—. ¿Qué paso cuando saliste?
— ¿De qué…?
—Todavía tienes una herida sin curar en la mejilla—explico Kiyoshi, y en un acto reflejo Kazuma se toco el cachete y lo comprobó.
— ¿Qué hora es?
—Como las 6 de la mañana, ¿Qué vas a hacer? —pregunto ahora Anika con nerviosismo muy bien disfrazado pero perceptible.
—Yo…
—Shirase trae algo de comida—ordenó Marine tomando el papel de Kazuma, y el mayor obedeció.
—Chicos…
—Me quedare con Kazuma—añadió Kiyoshi.
—Chicos…
—Nosotros podemos investigar afuera—completo Jacob.
— ¡CHICOS! —gritó el dueño del lugar obteniendo toda la atención—. Estoy bien, en serio. Solo… tuve un mal sueño, eso es todo—aseguró ante la mirada de todos—. Solo…necesito estar solo—terminó sin estar muy seguro de sus palabras.
— ¿Kazuma tu…?
—Por favor…largo de mi habitación, solo…necesito…por favor—pidió de nuevo interrumpiendo a Jacob, y todos le hicieron caso, excepto Kiyoshi.
—Bien… ¿Y ahora? Ambos sabemos que a mí no me engañas, ¿Qué fue lo que paso?
—No estoy muy seguro, yo tuve un mal sueño…creo.
—Hablaba de esta noche.
—Salí a…bueno, salí y cuando venía de regreso…me atacaron.
— ¿Cazadores?
—No…eran vampiros…
— ¡¿Vampiros?!
—Es decir…no lo eran…o bueno si…no estoy muy seguro…eran como cadáveres…un cascaron vacio…no lo entiendo…
—No lo entiendo.
—Eran como…nuevos nacidos pero….
— ¿Pero?
—No sé que querían, parecían, solo ahí para morir, no…no tenía sentido.
— ¿Los…los asesinaste? —titubeó Kiyoshi poniéndose blanco.
—Ni siquiera tuvieron oportunidad de defenderse—sentenció ante un bastante impactado Kiyoshi.
— ¿Y esas heridas?
—Es lo que me preocupa.
— ¿Por qué?
—Jamás me tocaron, pero cada herida de ellos apareció en mi—susurró con un ligero escalofrió—. Kiyoshi…sentí su dolor. Jamás había sentido algo así, cada uno de sus pensamientos estaban en mi. Kiyoshi…—pidió en un susurro apenas audible.
— ¿Qué?
—Tuve miedo, por una vez en mi vida, tuve miedo…

~Continuara~

No hay comentarios:

Publicar un comentario